Los dioses primordiales de la mitología griega, también llamados Protogonos (en griego antiguo Πρωτογονος Prôtogonos ‘nacido primero’, ‘primordial’) eran las deidades que nacieron en primer lugar, que surgieron en el momento de la creación, y cuyas formas constituyen la estructura básica del universo. El primero de ellos surgió de la nada, y el resto nació de él.
Los antiguos griegos disponían de varias teogonías diferentes (teogonía, ‘origen de los dioses’), y aunque éstas presentaban algunos personajes comunes, es difícil elaborar una única lista de divinidades primordiales para la mitología griega, pues dichas deidades, así como el papel de cada una de ellas, varía de una fuente a otra.
El Caos es el estado primitivo de existencia del que surgieron los primeros dioses. En griego antiguo es Χάος o Χάεος, que significa ‘vacío que ocupa un hueco’, y procede del verbo χαίνω, ‘abrirse de par en par’.
Según Hesíodo, el Caos fue el primer dios elemental antiguo en surgir en la creación del universo. Tras él surgieron rápidamente Gea (la Tierra), Tártaro (el Infierno) y Eros (el Deseo que trae la vida). Aunque así se narra en la Teogonía, es frecuente que algunas fuentes consideran éstas deidades descendientes del Caos.
Continuamos con Gea o Gaya (Γαῖα Gaĩa ‘suelo’ o ‘tierra’) es una diosa griega que personifica la Tierra. Su equivalente romana era Tellus.
La Teogonía cuenta cómo, tras el Caos, surgió Gea, la de anchos pechos, la eterna fundación de los dioses del Olimpo. De su propio ser, «sin dulce unión de amor», trajo a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a Ponto, la infructuosa profundidad del mar.
Urano (Οὐρανός Ouranos, ‘cielo’, ‘firmamento’) es el dios primordial del cielo. Aunque la Teogonía afirma que surgió de Gea, Cicerón atribuía la maternidad de Urano a los dioses Éter y Hemera, y según otras versiones, era el hijo de la diosa de la noche, Nix. Su equivalente en la mitología romana era Caelus.
Ponto (Πόντος, ‘mar’), segun la teogonía, fue engendrado por Gea por sí misma, sin emparejarse. Para él, Ponto parece poco más que una personificación del mar. Higinio en cambio afirmaba que fue hijo de Gea con Éter, el Aire.
Antes de continuar con la descendencia de Gea, que resulta ser la rama más importante de la mitologia, hacemos un parentesis para hablar de otras divinidades surgidas del Caos, o segun otras versiones, por si mismas.
El Caos (que en griego era femenino) era la madre o la abuela de otras deidades incorpóreas de aire: Nix (la Noche), Érebo (la Oscuridad), Éter (la Luz) y Hemera (el Día). También era una diosa del destino junto con su hija Nix y sus nietas las Moiras.
De esta forma, justo al comienzo de su historia, Hesíodo establece las deidades relacionadas con cada elemento conocido por el hombre, empezando por los elementos primordiales: la Tierra, el Cielo estrellado, el Mar.
La Teogonía presenta dos formas de llegar a la vida: bien por división (Gea, Nix), bien por apareamiento. Después de Gea, casi todas las deidades nacidas por división son conceptos negativos (la Muerte, el Dolor, el Sarcasmo, el Engaño, etcétera) y casi todas ellas son engendradas por Nix.
El Tártaro (Τάρταρος Tártaros) es un lugar de tormento y sufrimiento eternos, algo asi como el Infierno del Cristianismo o el Inframundo de las religiones paganas. Hesíodo afirma que Tártaro era hijo de Éter y Gea, pero la version mas corriente lo presenta como surgido del Caos. Es un pozo húmedo, frío y desgraciado hundido en la tenebrosa oscuridad.
Eros (Ἔρως, ‘amor’) era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad.
En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no sólo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea y Tártaro (con frecuencia se dice que surgió del Caos). De acuerdo con Aristófanes, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo). En los misterios eleusinos era adorado como Protogonos (Πρωτόγονος), el ‘primero en nacer’.
Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita. Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales, un papel apropiado para el resultado de la unión entre el Amor (Afrodita) y la Guerra (Ares) o el Fuego (Hefesto).
Nix o Nyx (en griego antiguo Νύξ, ‘noche’) era la diosa primordial de la noche. En los relatos del propio Hesíodo, encontramos dos versiones del origen de Nyx. En su Teogonía, nació del Caos. Su descendencia es mucha, y reveladora. Con su hermano Érebo, la Noche engendró a Éter y Hemera. Más tarde, por sí misma, engendró a Momo, Ponos, Moros, Tánatos, Hipnos, las Hespérides, las Keres y las Moiras, los Oniros, Némesis, Apate, Filotes, Geras, Eris y Oizís.
En su descripción del Tártaro, Hesíodo añade que Hemera, quien ahora es hermana de la Noche en vez de su hija, abandonaba el Tártaro justo cuando Nix entraba en él; cuando Hemera volvía, Nix se marchaba.
Érebo (en griego antiguo Ἔρεϐος Érebos, ‘oscuridad’, ‘negrura’ o ‘sombra’) era un dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. También se le llamaba Skotos (Σκοτος). Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos. Era descendiente de Caos solo, hermano de Nix y padre con ésta de Éter y Hemera, según Hesíodo. La tradición órfica afirmaba que Érebo era hijo de Cronos y Ananké. Autores latinos atribuyeron gran cantidad de descendientes a Érebo y Nix. Moros, Caronte, Eros, Eleos, Ptono, Geras y las Keres se contaban entre ellos. Nyx arrastraba las oscuras nieblas de Érebo por los cielos llevando la noche al mundo, mientras Hemera las esparcía trayendo el día. Nyx bloqueaba la luz del Éter (el aire superior brillante y luminoso) y Hemera despejaba la oscuridad permitiendo que el Éter volviese a iluminar la tierra. De acuerdo a algunas leyendas posteriores, Érebo era parte del Hades, el inframundo, e incluso a veces se usaba como sinónimo. Él era el lugar por donde los muertos tenían que pasar inmediatamente después de fallecer. Después Caronte los porteaba cruzando el río Aqueronte, y entraban al Tártaro, el verdadero inframundo.
Éter o Aether (Αἰθήρ, de αἵθω aíthô, ‘quemar’) era la personificación del ‘cielo superior’, el espacio y el paraíso. Es el aire alto, puro y brillante que respiran los dioses, en contraposición al oscuro aire de la Tierra que respiraban los mortales. Era hijo de sólo Érebo o, según las fuentes, también de Nyx y hermano de Hemera, con la que se unió teniendo de ella según Higino a Gea, a Urano y a Ponto. Según Aristófanes fue también el padre, por sí mismo, de las ninfas de las nubes, las nefelai. El Éter era el alma del mundo y toda la vida emanaba de él. Nyx arrastraba las oscuras nieblas de Érebo por los cielos llevando la noche al mundo ocultando el Éter, mientras Hemera las dispersaba trayendo el día. Otras fuentes afirman que surgió del Caos. La tradición órfica afirmaba que el Éter era hijo de Cronos y Ananké. El aether era conocido también como el muro defensivo de Zeus, la barrera que encerraba a Tártaro fuera del cosmos.
Hemera (Hμέρα, ‘día’) era la personificación femenina del día. También era llamada Amar (Αμαρ, ‘día’). Los romanos le dieron el nombre de Dies. Según la Teogonía de Hesíodo era hija de Érebo (la Oscuridad) y Nyx (la Noche). El poeta Baquílides afirma que sus padres eran Nyx y Cronos, pero Higinio menciona en su prefacio a las Fábulas que surgió del Caos y que Nyx era su hermana. Hemera era la equivalente femenina de su hermano y consorte de Éter (la Luz), pero ninguno de ellos figuraba activamente en la mitología o el culto. Según Higinio, fue madre con Éter de Talasa, la diosa primordial del mar y también de Gea y Urano.
Como diosa del día, Hemera salía del Tártaro justo cuando Nyx entraba en él, y ésta volvía a salir cuando Hemera regresaba.
"allí donde la Noche y la Luz del día se acercan más y se saludan entre ellas pasando alternativamente el gran vestíbulo de bronce. Cuando una va a entrar, ya la otra está yendo hacia la puerta, y nunca el palacio acoge entre sus muros a ambas, sino que siempre una de ellas fuera del palacio da vueltas por la tierra y la otra espera en la morada hasta que llegue el momento de su viaje". Hesíodo, Teogonía 744.
Los antiguos griegos disponían de varias teogonías diferentes (teogonía, ‘origen de los dioses’), y aunque éstas presentaban algunos personajes comunes, es difícil elaborar una única lista de divinidades primordiales para la mitología griega, pues dichas deidades, así como el papel de cada una de ellas, varía de una fuente a otra.
El Caos es el estado primitivo de existencia del que surgieron los primeros dioses. En griego antiguo es Χάος o Χάεος, que significa ‘vacío que ocupa un hueco’, y procede del verbo χαίνω, ‘abrirse de par en par’.
Según Hesíodo, el Caos fue el primer dios elemental antiguo en surgir en la creación del universo. Tras él surgieron rápidamente Gea (la Tierra), Tártaro (el Infierno) y Eros (el Deseo que trae la vida). Aunque así se narra en la Teogonía, es frecuente que algunas fuentes consideran éstas deidades descendientes del Caos.
Continuamos con Gea o Gaya (Γαῖα Gaĩa ‘suelo’ o ‘tierra’) es una diosa griega que personifica la Tierra. Su equivalente romana era Tellus.
La Teogonía cuenta cómo, tras el Caos, surgió Gea, la de anchos pechos, la eterna fundación de los dioses del Olimpo. De su propio ser, «sin dulce unión de amor», trajo a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a Ponto, la infructuosa profundidad del mar.
Urano (Οὐρανός Ouranos, ‘cielo’, ‘firmamento’) es el dios primordial del cielo. Aunque la Teogonía afirma que surgió de Gea, Cicerón atribuía la maternidad de Urano a los dioses Éter y Hemera, y según otras versiones, era el hijo de la diosa de la noche, Nix. Su equivalente en la mitología romana era Caelus.
Ponto (Πόντος, ‘mar’), segun la teogonía, fue engendrado por Gea por sí misma, sin emparejarse. Para él, Ponto parece poco más que una personificación del mar. Higinio en cambio afirmaba que fue hijo de Gea con Éter, el Aire.
Antes de continuar con la descendencia de Gea, que resulta ser la rama más importante de la mitologia, hacemos un parentesis para hablar de otras divinidades surgidas del Caos, o segun otras versiones, por si mismas.
El Caos (que en griego era femenino) era la madre o la abuela de otras deidades incorpóreas de aire: Nix (la Noche), Érebo (la Oscuridad), Éter (la Luz) y Hemera (el Día). También era una diosa del destino junto con su hija Nix y sus nietas las Moiras.
De esta forma, justo al comienzo de su historia, Hesíodo establece las deidades relacionadas con cada elemento conocido por el hombre, empezando por los elementos primordiales: la Tierra, el Cielo estrellado, el Mar.
La Teogonía presenta dos formas de llegar a la vida: bien por división (Gea, Nix), bien por apareamiento. Después de Gea, casi todas las deidades nacidas por división son conceptos negativos (la Muerte, el Dolor, el Sarcasmo, el Engaño, etcétera) y casi todas ellas son engendradas por Nix.
El Tártaro (Τάρταρος Tártaros) es un lugar de tormento y sufrimiento eternos, algo asi como el Infierno del Cristianismo o el Inframundo de las religiones paganas. Hesíodo afirma que Tártaro era hijo de Éter y Gea, pero la version mas corriente lo presenta como surgido del Caos. Es un pozo húmedo, frío y desgraciado hundido en la tenebrosa oscuridad.
Eros (Ἔρως, ‘amor’) era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad.
En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no sólo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea y Tártaro (con frecuencia se dice que surgió del Caos). De acuerdo con Aristófanes, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo). En los misterios eleusinos era adorado como Protogonos (Πρωτόγονος), el ‘primero en nacer’.
Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita. Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales, un papel apropiado para el resultado de la unión entre el Amor (Afrodita) y la Guerra (Ares) o el Fuego (Hefesto).
Nix o Nyx (en griego antiguo Νύξ, ‘noche’) era la diosa primordial de la noche. En los relatos del propio Hesíodo, encontramos dos versiones del origen de Nyx. En su Teogonía, nació del Caos. Su descendencia es mucha, y reveladora. Con su hermano Érebo, la Noche engendró a Éter y Hemera. Más tarde, por sí misma, engendró a Momo, Ponos, Moros, Tánatos, Hipnos, las Hespérides, las Keres y las Moiras, los Oniros, Némesis, Apate, Filotes, Geras, Eris y Oizís.
En su descripción del Tártaro, Hesíodo añade que Hemera, quien ahora es hermana de la Noche en vez de su hija, abandonaba el Tártaro justo cuando Nix entraba en él; cuando Hemera volvía, Nix se marchaba.
Érebo (en griego antiguo Ἔρεϐος Érebos, ‘oscuridad’, ‘negrura’ o ‘sombra’) era un dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. También se le llamaba Skotos (Σκοτος). Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos. Era descendiente de Caos solo, hermano de Nix y padre con ésta de Éter y Hemera, según Hesíodo. La tradición órfica afirmaba que Érebo era hijo de Cronos y Ananké. Autores latinos atribuyeron gran cantidad de descendientes a Érebo y Nix. Moros, Caronte, Eros, Eleos, Ptono, Geras y las Keres se contaban entre ellos. Nyx arrastraba las oscuras nieblas de Érebo por los cielos llevando la noche al mundo, mientras Hemera las esparcía trayendo el día. Nyx bloqueaba la luz del Éter (el aire superior brillante y luminoso) y Hemera despejaba la oscuridad permitiendo que el Éter volviese a iluminar la tierra. De acuerdo a algunas leyendas posteriores, Érebo era parte del Hades, el inframundo, e incluso a veces se usaba como sinónimo. Él era el lugar por donde los muertos tenían que pasar inmediatamente después de fallecer. Después Caronte los porteaba cruzando el río Aqueronte, y entraban al Tártaro, el verdadero inframundo.
Éter o Aether (Αἰθήρ, de αἵθω aíthô, ‘quemar’) era la personificación del ‘cielo superior’, el espacio y el paraíso. Es el aire alto, puro y brillante que respiran los dioses, en contraposición al oscuro aire de la Tierra que respiraban los mortales. Era hijo de sólo Érebo o, según las fuentes, también de Nyx y hermano de Hemera, con la que se unió teniendo de ella según Higino a Gea, a Urano y a Ponto. Según Aristófanes fue también el padre, por sí mismo, de las ninfas de las nubes, las nefelai. El Éter era el alma del mundo y toda la vida emanaba de él. Nyx arrastraba las oscuras nieblas de Érebo por los cielos llevando la noche al mundo ocultando el Éter, mientras Hemera las dispersaba trayendo el día. Otras fuentes afirman que surgió del Caos. La tradición órfica afirmaba que el Éter era hijo de Cronos y Ananké. El aether era conocido también como el muro defensivo de Zeus, la barrera que encerraba a Tártaro fuera del cosmos.
Hemera (Hμέρα, ‘día’) era la personificación femenina del día. También era llamada Amar (Αμαρ, ‘día’). Los romanos le dieron el nombre de Dies. Según la Teogonía de Hesíodo era hija de Érebo (la Oscuridad) y Nyx (la Noche). El poeta Baquílides afirma que sus padres eran Nyx y Cronos, pero Higinio menciona en su prefacio a las Fábulas que surgió del Caos y que Nyx era su hermana. Hemera era la equivalente femenina de su hermano y consorte de Éter (la Luz), pero ninguno de ellos figuraba activamente en la mitología o el culto. Según Higinio, fue madre con Éter de Talasa, la diosa primordial del mar y también de Gea y Urano.
Como diosa del día, Hemera salía del Tártaro justo cuando Nyx entraba en él, y ésta volvía a salir cuando Hemera regresaba.
"allí donde la Noche y la Luz del día se acercan más y se saludan entre ellas pasando alternativamente el gran vestíbulo de bronce. Cuando una va a entrar, ya la otra está yendo hacia la puerta, y nunca el palacio acoge entre sus muros a ambas, sino que siempre una de ellas fuera del palacio da vueltas por la tierra y la otra espera en la morada hasta que llegue el momento de su viaje". Hesíodo, Teogonía 744.